ULTRAFONDO

ULTRAFONDO

martes, 27 de diciembre de 2011

LA MARATÓN DE AMBERES 1920


La maratón de Amberes 1920: brilló la estrella de Hannes Kolehmainen

En los Juegos de Estocolmo 1912, Kolehmainen había obtenido tres medallas olímpicas. En los cinco mil metros, diez mil y en el campo a través. En Amberes (Bélgica), lograría el triunfo en la maratón. Fue una de las estrellas que brillaron con luz propia, junto con el también finlandés Paavo Nurmi. Este último gano los diez mil metros, el campo a través individual y por equipos y la medalla de plata en los cinco mil metros. Hasta que en 1932, en los Juegos de Los Ángeles, fue descalificado por profesionalismo. Sin embargo, ya había conseguido 9 medallas de oro.
Amberes —devastada tras la ‘I Guerra Mundial’— había sido elegida sede de los Juegos como una forma de honrar a los combatientes belgas, en medio de un paisaje apocalíptico: ruinas, alambradas, trincheras y restos de la artillería. No obstante, la organización excluyó a los países que habían perdido la guerra: Alemania, Polonia, Bulgaria, Rumanía, Austria y Turquía. El rencor de la contienda fluía todavía en el ambiente y los anfitriones no invitaron a las naciones invasoras de su país. La recién creada URSS, tampoco fue convocada.
Unos Juegos estos de Amberes 1920 que contaron, por primea vez, con el beneplácito de la Iglesia. El cardenal Mercier ofició una misa en la catedral de Amberes en memoria de los deportistas caídos en el campo de batalla. Otra novedad también fue la bandera olímpica con los cinco anillos entrelazados, representando a los cinco continentes: verde para Oceanía, amarillo para Asia, negro para África, rojo para América y azul para Europa y el juramento olímpico, del cual ya se había producido un precedente en los ‘Juegos Intercalados de Atenas 1906’. Corrió a cargo del representante de Bélgica, Víctor Boin. ‘Juramos que nos presentamos a los Juegos Olímpicos como competidores leales, respetuosos del reglamento y con deseo de participar con espíritu caballeresco, para honor de nuestros países y gloria del deporte’. Por primera vez se interpretó también el himno olímpico. Se soltaron cientos de palomas.
Kölehmainen —en un día, al parecer, ‘fresco’ corrió la maratón el 22 de agosto de 1920 sobre una distancia de 42.750 metros ya hemos dicho que han de tomarse estas distancias con cautela, junto con 47 competidores más, que representaban a 17 países. Su tiempo fue de récord mundial, con 2h 32’ 35’’. Tras él entraron Jüri Lossman, de Estonia —a tan sólo 13 segundos— y Valerio Arri, de Italia, a casi un minuto. Este último celebró el bronce con tres volteretas sobre sí mismo.
Kölehmainen ya había participado en una maratón en 1907. Y obtuvo un cuarto puesto en la de ‘Boston 1917’. Su hermano William se había nacionalizado norteamericano y seguía unos novedosos entrenamientos, sometido a programas rigurosos y a controles médicos, entre los que también destacaba la ayuda psicológica. Y parece que traspasó todo el conocimiento adquirido en los EE.UU. a su hermano Johan Hannes.
El 11 de octubre de 1912 William corrió la distancia reglamentaria de la maratón en 2h 29’ 39’’. Pero su registro no fue aceptado como record, ya que había sido profesional. No obstante es el primer maratoniano que consiguió bajar de las 2h 30’ en la distancia reglamentaria de maratón.
En la maratón de ‘Amberes 1920’, el sudafricano Cristian Gitsham —medalla de plata en ‘Estocolmo 1912’— se puso en cabeza durante unos 15 kilómetros. Hannes Kölehmainen —que había estado con su hermano en New York— logró alcanzarlo. Al parecer pasaron juntos el kilómetro 21. Se sabe que en el 27 Kölehmainen aceleró su ritmo y Gitsham se fue quedando atrás, en parte porque se le habían roto uno de los zapatos y tenía un incipiente dolor en un pie. Al final el finlandés consigue despegar a dos de sus más inmediatos rivales, Lossman y Arri, entrando en la meta con unos metros de ventaja sobre el estonio y el italiano.
Kölehmainen apareció por última vez en los Juegos de ‘Helsinki 1952’, a la edad de 62 años, encendiendo el pebetero olímpico durante la ceremonia de apertura. Murió cuatro años más tarde en esa ciudad. (Millariega).
En estos Juegos de Amberes 1920, dos atletas estadounidenses robaron la bandera con fondo blanco y los cinco aros del mástil del estadio —fuente: Juan Manuel Surroca, periodista, Barcelona 2010—, la cual había sido elegida como símbolo del movimiento olímpico en el congreso del COI celebrado en Parìs en 1914, no pudiendo ondear hasta 1920, debido a la guerra. Parece ser que el motivo de tal sustracción fue una apuesta entre el doble campeón olímpico de natación Duke Kahanamoku y su amigo Harry Prieste, que acababa de ganar el bronce en saltos de plataforma. Lo cierto es que ambos se colaron en el estadio, arriaron el preciado paño y se lo llevaron. Aunque fueron descubiertos, pudieron huir de unos policías, que no lograron darles alcance. Más tarde serían detenidos, juzgados y condenados. Pero una hábil intervención del cónsul americano en Amberes parece que logró que no cumplieran la pena, aunque de la bandera nunca más se supo. Casi ochenta años después, en 1997, en el transcurso de un acto del ‘Comité Olímpico de Estados Unidos’ un periodista le preguntó al único medallista norteamericano superviviente de aquella cita qué opinaba sobre el hecho que, después de tantos años, todavía no se hubiera resuelto el asunto de la desaparición de la bandera olímpica de Amberes. El interlocutor no era otro que el propio Harry Prieste y su respuesta le dejo boquiabierto: ‘igual te puedo ayudar a encontrarla…está en mi casa en el fondo de una vieja maleta’. Tres años más tarde —en vísperas del inicio de los Juegos de Sydney— un centenario Hal Haig Prieste —con la vista debilitada y una pronunciada sordera— devolvió al presidente del COI, Juan Antonio Samaranch la preciada tela. Ahora se expone en el museo del COI en Lausanne (Suiza) (Cortesía de Juan Manuel Surroca, Barcelona, 2010).
También, como dato curioso, hacer notar que un albañil norteamericano, John Brendan Kelly, ganó dos medallas de oro en ‘single y doble scull’ —con Paul Costello— en apenas media hora, hazaña aún no igualada. Al parecer se le había prohibido competir en una selecta regata de Londres, al considerarlo ‘profesional albañil’. Más tarde se convertiría en uno de los constructores más ricos de Filadelfia (EE.UU.), ya que su empresa iba a edificar la mayoría de las iglesias y escuelas de la ciudad. Su hijo, John Kelly Jr., obtuvo una medalla de bronce en remo en los Juegos de Melbourne (Australia) en 1956. Su hija, Grace Kelly, se convertiría en una famosa actriz y luego princesa de Mónaco. (Millariega).

No hay comentarios:

Publicar un comentario