ULTRAFONDO

ULTRAFONDO

martes, 27 de diciembre de 2011

ANTONIO MADRIÑÁN: EL HÉROE INCOMBUSTIBLE


Antonio Manuel Madriñán Fernández
(Orense)


Me llamo Antonio Manuel Madriñán Fernández. Soy militar y técnico de viverismo. Nací en Ourense hace 28 años y en la actualidad resido en Oviedo. Pertenezco a tres clubs: ‘Multideportes Oviedo’, mi querido ‘Muescas’ y ‘Ñ Ultrafondo’ de Madrid. Estoy soltero y no convivo con nadie, porque todavía no ha aparecido una mujer ‘que me diera cogido…’Pero profeso una devoción absoluta a mi sobrina Paula —que es un ángel— y a la que, sin duda, quiero como si fuera una hija.
Creo que, de manera natural, todos corremos desde que nacemos. Lo que ocurre es que después lo dejamos de practicar por dejadez, falta de motivación o por tener otras aspiraciones. O bien simplemente porque el ejercicio nos cansa. Yo creo que comencé a correr cuando di mis primeros pasos. Desde luego la base de cualquier disciplina deportiva es la carrera. Así que lo que a mí me parece extraño es que corran tan pocas personas…
En el 2007 me inicié en la competición. Al principio no tenía objetivos claros y disponía de poco tiempo. Pero empecé a disfrutar del atletismo cuando decidí correr por placer, intentando salvar grandes distancias.
Había sido jugado de hockey hierba en el ‘Gimnástico Cudeiro HC’, con el que gané varios títulos de liga y campeonatos gallegos. El equipo estuvo unos cuantos años en la primera división nacional. Sin embargo llegó un momento en que abandoné el hockey debido a un desgraciado accidente y la posterior falta de motivación.
Pero la entrada en las Fuerzas Armadas hizo que se encendiera en mí de nuevo la chispa del deporte .Volví a correr otra vez. Primero lo hice solo. Y más tarde con el ‘Regimiento de Infantería Ligera Príncipe nº 3’, de Asturias. Aunque mi impulso definitivo se produjo cuando entré a formar parte del ‘Multideportes Oviedo’ de triatlón. Supuso un gran cambio. Mi objetivo era lograr completar un ‘Iroman’. Así que me preparé para ello a conciencia…
Al poco tiempo tuve ocasión de participar en las ‘24 Horas de La Fresneda Running Race 2010’ y no lo dudé. El resultado fue una victoria y convertirme en integrante del ‘Muescas’, un equipo que surgió de la amistad en ese evento con dos excelentes personas y no mejores ultrafondistas: Charli Jiménez y Demetrio Álvarez, bajo el amparo del ‘Regimiento de Transmisiones 22’. Desde aquella carrera de 24 horas los ‘Muescas’ no nos hemos separado. Marcó para nosotros un antes y un después. Con ella nos hemos introducido en el ultrafondo, que es donde hemos encontrado nuestro hogar.
En realidad, antes de las ‘Running Race’ estaba buscando un gran reto, algo que fuese diferente y especial. Una prueba en la que no luchara contra el cronómetro, sino contra mí mismo. En la que, aparte de correr con las piernas, el factor psicológico fuera muy importante. Y aparecieron las ‘24 Running Race’. No me pude resistir a sus encantos…
Un par de semanas antes sentí cierto nerviosismo. Es algo común, ya que uno se pasa todo el año preparando estas carreras principales, que son la columna vertebral de la temporada. Y trata de llevar todos los detalles más que pulidos. Desde la alimentación hasta la equipación y la logística. También se producen dudas: uno no sabe si el trabajo realizado durante tantos meses va a dar sus frutos…
Pero al final, al hacer exámen de conciencia, te das cuenta de que estás más que preparado. De que la carrera es un mero trámite, un día de diversión. Eso sí: un día en el que hay que tener cuidado de no cometer errores demasiado graves que te impidan disfrutar de la prueba. En las ‘24 Running Race’ corrí las últimas 28 millas lesionado…
Ahora compagino el triatlón con las largas distancias, ya que me supone un complemento físico impresionante. Sin duda es una trayectoria meteórica, lo que apunta que también será una trayectoria laureada. Sea como fuere, la ultradistancia es mi ‘salita de estar’ y el poder disfrutar de ella es mi recompensa.
Después de mi prueba de fuego en las 24 horas, corrí por primera vez 100 km. en un ‘trail’ de montaña, el ‘Ultra Aneto’, con 6.000 metros de desnivel positivo. Una carrera en la que tenías que ser autosuficiente, pues tú mismo debías llevar todo el equipo necesario para salir airoso de la prueba: agua, comida, etc… La ‘Ultra Trail Aneto’ es, sin duda, uno de los recorridos de montaña más duros que hay en Europa, con 100 km. de autonomía —lo cual encierra cierta complicación— y con un total de 12.000 metros de desnivel. Es ‘una tortura de carrera’. Aunque, a pesar de su crueldad, disfrutas de un verdadero espectáculo de la Naturaleza, con un paisaje de infarto. Lo peor de todo fue hacerla sin dormir, porque la noche anterior nos perdimos en las ‘Galias’. Como consecuencia de ello, en la competición me quedé literalmente dormido mientras ascendía a un pico de casi 3.000 metros, por lo que el pelotón me puso de guía, abriendo brecha. Así estaría más atento y no me despistaría. En la próxima edición espero echar un sueño —aunque sea pequeño— el día anterior. Tardé en completar el recorrido 27 horas y 32 minutos, tiempo con el que me encuentro satisfecho, teniendo en cuenta que se trataba de mi primera carrera de montaña.
En cuanto a la opinión que tenían en mi casa sobre estas participaciones, debo decir que tengo una hermana que siempre me ha apoyado en todo lo que he hecho. Pero el resto de familia al principio pensó —cariñosamente— que había ‘desvariado un poco’, aunque con el paso del tiempo ya voy observando en sus caras una expresión de admiración. Creo que ahora me ven más sano y más feliz…Y en el resto de la sociedad se me va conociendo y admirando cada vez más. Por otra parte, mucha gente me muestra su apoyo a través de las nuevas plataformas de Internet, lo cual agradezco mucho.
Antes de las ‘24 Running Race de La Fresneda’ y de los ‘100 km Ultra Aneto’ sólo había corrido hasta la distancia de media maratón. Desde ahí di el salto directamente al ultrafondo. No sé si es un un proceder común entre los corredores de largas distancias, pero en mi caso así fue como sucedió.
Además encontré en el triatlón el aliado perfecto para estar totalmente en forma y trabajar el umbral aeróbico, con unos entrenamientos semanales medios de 7.000 metros de natación, 300 km. de bicicleta y 105 de carrera a pie. De esta manera conseguía que el acondicionamiento se realizara de forma más amena, pues casi siempre me sentía acompañado por algún componente del equipo. Aunque físicamente las sesiones se volvían muy duras: era mucho tiempo de esfuerzo y sacrificio. Pero lo hacía con gusto. En cualquier caso, mi preparación entonces se basaba en sensaciones físicas. Al contrario de lo que pueda parecer, no forzaba el cuerpo. Al tener ya el organismo entrenado, éste me dictaba el camino a seguir. Bastaba con ‘escucharlo’…
Cuando no utilizo los sistemas del triatlón, realizo ‘tiradas’ largas. El volumen semanal que me suele salir oscila entre los 150 y 200 km. A algunos les puede parecer una barbaridad, pero a mí me funciona. Huyo de las ‘series’, ya que es algo que odio. Como contrapartida intento potenciar el tren inferior haciendo bicicleta. También me gusta mucho practicar ‘fitball’, lo cual tonifica y da un punto extra a mis músculos.
Por otra parte, nunca me obsesioné demasiado con la alimentación durante la mayor parte de la temporada. Mi dieta se escapa de los extremos para ir coger un poco lo mejor de cada método. Pero de cara a las competiciones más importantes, pongo en práctica la ‘paleodieta’, que me parece algo increíble. Es el fundamento de mi alimentación en ciertos momentos de la temporada deportiva. Consiste en comer carne, verduras y pescado. Se puede complementar con frutos secos. En ella no caben grandes fuentes de hidratos, como la pasta. Tampoco las legumbres. Y, por descontado, no existen los lácteos. Yo he tomado de ese sistema alimenticio lo que me ha parecido más importante. De esa forma, consumo la carne o el pescado aderezados, en general, con pimienta. Las verduras, hervidas. Y muchos frutos secos. Durante la mayoría de la temporada no tomo pasta. Consumo huevos, pero escapo a las patatas. El aceite de oliva, sin duda. No pruebo en casi todo el año la leche, el chocolate y en general los lácteos. Y algo que es muy importante: el entrenamiento de la mañana lo hago en ayunas. Trato de beber refrescos ‘light’ y sin gas. Lo que sí tomo con placer es un buen café, teniendo en cuenta además que es muy efectivo ingerir un par de tazas antes de la carrera.
 En los entrenamientos no utilizo ningún aporte energético, pero en las carreras sí que es habitual el comer barritas y ‘geles’, que nos dan la fuerza suficiente para poder terminar en las mejores condiciones. La nutrición durante el desarrollo de la competición es una de las cuestiones más importantes.
Al terminar una prueba de ultradistancia lo que sientes en cuanto te detienes —aparte de dolor— es una sensación similar a estar en una nube. Es un momento mágico y emotivo. Llevas muchas horas compitiendo para llegar a ese punto. Y la verdad es que es un momento de éxtasis muy bonito. Tienes el sentimiento de que ha sucedido algo fuera de lo normal. Tardas varios días en asimilar lo que has hecho y el esfuerzo real que te ha supuesto.
Lo más positivo de todo es lo que me llevo de cada competición: la gente que conozco, lo que aprendo y lo que disfruto. Pero me llama la atención la humildad de las personas con las que he convivido en la gran distancia. Me parece un mundo más sano que el de la velocidad, donde casi todo es lucha y ‘piques’. La parte más negativa es el cascarón que se ha formado en torno a estas pruebas largas. Porque por otra parte creo que es un mundo demasiado clásico, que necesita savia nueva y un poco de ‘glamour’. Quizás expandiéndolo un poco consigamos que se profesionalice. Y logremos entonces que un atleta que vaya al mundial de 24 horas no tenga que empeñar su casa para poder pagarse la carrera. Aparte de que he detectado en ciertos ámbitos algo de recelo hacia lo que hacemos. Y algún intento de quitarle valor, aunque lo cierto es que son minorías y no hay que prestarles la menor atención.
Por suerte aun no me he encontrado con ‘muros’. O al menos con ninguno que no pudiera saltar. Creo que lo más difícil de una carrera es luchar contra la soledad o contra la noche. El momento más difícil aparece un poco antes de la mitad de la prueba. Después ya es ir restando… Mi consejo es que si alguien desea correr largas distancias, que al menos lo intente. Querer es poder. El límite está en nuestra cabeza. Yo represento el ejemplo de que se puede conseguir todo lo que uno se proponga. Aunque soy ‘benjamín’: desde luego, la madurez hace al atleta de fondo. De todas formas, siendo joven se puede también ser competitivo. Así que supuniendo que alcance un punto de inflexión en las largas distancias a los 50 años, todavía me quedan 22 para llegar a lo mejor de mi carrera.
Como deportista la ultradistancia me ha aportado experiencia, capacidad de sufrimiento, saber estar, concentración, triunfos —porque no hay perdedores— y satisfacción. Como persona: admiración, valores, humildad, buena salud, energía y anécdotas. Además este deporte ha cambiado totalmente mi existencia. Me encuentro con más fuerza y vitalidad que nunca. Tengo hábitos de vida mucho más saludables. Soy una persona más extrovertida y tolerante. Quizá algún día me pase factura el deporte a este nivel, pero por el momento solo encuentro en el mismo ventajas. Desde que corro soy feliz.

Mi experiencia en las ‘24 Horas Running Race de La Fresneda’
Para mi esta carrera supuso el inicio de todo, ya que nunca antes había hecho tal ‘barbaridad’. La verdad es que no sé bien cuál es el momento en el que alguien —en su sano juicio— se plantea realizar tamaña prueba. Al menos sin haberse enfrentado antes —como era mí caso— ni a una maratón. Cuando digo enfrentarse, quiero decir correr la máxima distancia posible. En este caso eran las 80 millas. La verdad, es un gesto atrevido. Hay que estar muy seguro de que estás preparado, para llegar a una prueba de estas características y decir que vas completar 80 millas. Ni una más ni una menos. Y eso fue exactamente lo que hice: cuadré mis cuentas para que me saliera esa cantidad exacta. No fue ni mucho menos una carrera fácil. Pero significó mi bautismo en el ultrafondo y guardo a las ‘Running Race’ un cariño especial por numerosas razones. La primera de ella —sin duda— haber entablado amistad con mis ‘hermanos’ Carlos (Charli) Jiménez y Demetrio Álvarez. Desde entonces nos hemos ‘asociado’, formando un equipo —el ‘Muescas’—y, más que eso, una familia. La segunda —y no menos importante— haber conocido a José M. García-Millariega, hombre de buen hacer donde los haya y de gran corazón. Uno de los ultrafondistas más grandes que tenemos. Acumula tanta solera, que solo hablando enseña…Aunque muchos más amigos me he llevado de La Fresneda y otros que seguro haré en las próximas ediciones. Si para mí hay una carrera favorita —especial—, esa es sin duda la ‘Running Race de La Fresneda’.
Como anécdota decir que conseguí que muchos componentes del ‘Multideportes Oviedo’ corrieran conmigo unas cuantas millas, dando un toque de color naranja a la prueba. Y también que uno de sus componentes, Héctor, participara en la maratón que se celebra dentro de las ‘Running Race’.
¡Qué mezcla de sensaciones durante toda la semana anterior a las ‘Running’!. ¡Cuántos pequeños quebraderos de cabeza!. Como la nutrición, el transporte, el soporte, la equipación, los avituallamientos, el planteamiento de la competición, el descanso y la duda de sí estaría preparado para un reto de tal magnitud.
Pero poco a poco todo se fue solventando. La nutrición, mientras competía, habría de consistir simplemente en barritas de ‘Isostar’ bien dosificadas. Una vez solucionado el transporte y soporte a cuenta de mi compañero y amigo espartano Héctor— y la equipación —suministrada por ‘Óptica Noresna’—, solo me faltaba pensar en el planteamiento de carrera.
Ya que no cabía la posibilidad de suponer que no estuviera bien preparado, aunque nunca antes hubiera hecho algo parecido. Sabía que desde hacía meses me hallaba al 100%. Entonces solo podía fallar por hacer algo mal durante la prueba. O simplemente por no servir para el ultrafondo…
La verdad es que fue complicado concentrarme para las ‘Running’. La razón es que el día anterior había trabajado 24 horas y solo pude dormir unas cuatro. Me fui corriendo a casa. Me di una ducha, cogí los bártulos y salí pitando para la carrera. Una vez allí —ya rondando las once de la mañana—, por fin pude meter un café con leche para el estómago. Solo faltaba una hora para tomar la salida y aún no había recogido el dorsal. A las 11:15 vendrían mis compañeros del ‘Multideportes Oviedo’, ya que querían participar conmigo en tan noble causa. Allí estaban casi todos. Me gusta verlos en carreras donde compiten con gente mayor que ellos, porque se fijan en todos los detalles y los asimilan. Aprenden continuamente…
Llego a la salida de las ‘Running Race’, en el ‘Club de Campo’. Muchos corredores y corredoras se están colocando los dorsales. Veo a José M. García-Millariega, me acerco a él para saludarlo y decirle que soy el que va a intentar hacer 80 millas. Nada más y nada menos que 80 millas terrestres. Millariega no me ve titubear, por lo que me dice que me va entregar mi número. ¿Qué diablos pensaría cuando me vio?.’¿Pobrecito? .¿Incauto?.¡Este no va a ser capaz de correr esa distancia!’. O tal vez tanta seguridad le hizo pensar que sí lo conseguiría. La verdad es que no lo sé. Algún día se lo preguntaré…
Allí había grandes corredores, auténticos apasionados del ultrafondo. Pero todo esto no me ponía nervioso. Solo estaba concentrado en lo que tenía que hacer. Solo tenía que disfrutar. Hacer lo que me gustaba: correr. Mi planteamiento de carrera iba ser por sensaciones. Si me encontraba con fuerza ‘tiraría’ y si me fallaba la energía caminaría.
Estamos ya en posición. En apenas un minuto le darán fuego al cohete que abrirá tan extraordinaria prueba. ¡Ya está!. Comenzamos a correr. La primera zona es asfalto. Pero, ¡sorpresa!. Aparece un camino de tierra, embarrado. Es la famosa ‘Milla’, siempre como una alfombra y hoy en pésimas condiciones debido al temporal reinante. Me quedo asombrado: el 70% de los 1609 metros es ¡un circuito de ‘cross’ lleno de charcos!. Además comienza a llover. Pero eso no me da miedo. Ha empezado mi reto y no voy dejar que nada lo estropee…
Las primeras vueltas las hago en compañía de los componentes de mi equipo —el ‘Multideportes Oviedo’—, disfrutando del maravilloso entorno y pasándolo bien. Es una fiesta y hay que celebrarlo. Hasta ese momento ni me había preguntado quiénes serían los restantes ultrafondistas. Solo me importaba dar unas vueltas con mi gente, disfrutar y reconocer el trazado de ‘La Milla’. De un lado llevo a ‘míster Toni’ —mi entrenador— y del otro a Héctor, mi ‘suporter’. La verdad es que parecía ¡como si me fueran hacer de lanzadores!. Pero a partir de la séptima milla los únicos componentes del ‘Multideportes’ que continuamos en carrera somos Héctor y yo. Él sólamente quería hacer la distancia de una maratón. Sería la primera en su vida. Yo, al final, me decido a plantear la carrera en tres maratones.
Terminamos los primeros 42 km. sobre una ‘Milla’ pesada y embarrada. Acabo delante de Héctor, con un tiempo de 4h 8’.Ya había tomado un ‘Red Bull’ y una barra energética. Era el momento de estirar un poco y comer un par de pinchos con un café. Al fin y al cabo eran las 4 y media de la tarde y se volvía muy necesario coger fuerzas.
Pasadas las seis horas me pongo con la segunda maratón. Es aquí donde me encuentro más cómodo. Veo que Millariega, armado de pico y maza, empieza a cambiar el trazado de algunas partes de ‘La Milla’, buscando que se pudiera correr por zonas más secas y yo empiezo a conocer a los que iban a ser mis compañeros de aventura: Aitor y Demetrio. Empiezo a hablar con ellos y nos contamos nuestras aventuras. En realidad corremos todos bastante cómodos. Pero la carrera de Aitor Álvarez terminará en el kilómetro 50. Así que ahí empiezo a conocer a otros corredores y corredoras. A hablar con ellos. Me dan muchos ánimos. Poco a poco van pasando los kilómetros a buen ritmo. Se oye por todo el circuito la música y los ánimos de la organización. La verdad, es todo un éxito el evento y me siento muy feliz de estar participando de todo aquello.
Héctor está pendiente de mí en cada vuelta, por si necesito algo. Eso sí que es tener un buen ‘suporter’. Termino la segunda maratón. Para mi sorpresa, he rebajado el tiempo: 3h 50’. ¡Vaya locura!. Alcanzadas las diez y media de la noche ya había corrido 84 km. Las sensaciones eran muy buenas en ese momento. Aún tenía bastante fuerza. Todavía no me había hecho falta luchar contra mí mismo para seguir. Aún estaba tirando de lo físico… Decido que es una buena ocasión para cenar otro pincho y otro café. Y hacer estiramientos otra vez. También descansar un poco. Pero de pronto, con el frío, me empezó a doler mucho toda la pierna izquierda. No era capaz de caminar normalmente. Creo que me había lesionado porque, en ciertos tramos, ‘La Milla’ se inclinaba hacia un lado. ¿Cómo diablos iba a poder correr?. No podía… Así que —cuando eran las doce de la noche, en medio del barro y del agua— decidí que, en lo sucesivo, debería caminar. Aún me faltaban por completar 28 millas —unos 45 km. — y no podía perder ni un segundo.
No me asustaba el no poder correr. Tampoco me preocupaba la lesión padecida. Lo único que me importaba era cumplir mi reto como fuera. Hasta ese momento no me había costado demasiado trabajo. Comía regularmente barras energéticas cada hora y me hidrataba según me lo pedía el cuerpo. Pero ahora tenía que armarme de valor y de paciencia, porque me quedaba toda la noche por delante…
Y así —cojo y torpe— fui caminando, arrastrándome y sufriendo las 28 millas que me quedaban para terminar. Prácticamente estuve solo toda la noche. Aunque había algún corredor de los de relevos, apenas tenía con quien charlar. A quien mostrarle una sonrisa y animarlo. A las 4:30 de la madrugada los corredores cerca del río nos enterrábamos hasta la rodilla. Millariega, con pico, maza y estacas, volvió a desviar el circuito unos metros por una zona de campo a través, que hubo que medir antes para que la distancia no sufriera alteraciones. Toda una odisea para el organizador y para nosotros. Desapareció el tramo ‘malo’, pero la parte de campo a través estaba todavía sin pisar. Mi velocidad era la del caracol. Tardaba en hacer algunas millas hasta 22 minutos. No paraba de echar cuentas para ver si podría descansar al menos un rato. Tenía miedo de parar y que mi cuerpo no quisiera arrancar. Por fin al llegar las 5 de la mañana, hago mis cálculos y compruebo que puedo parar una hora, darme una ducha, comer algo y tirarme en una colchoneta. A las 6:20 debería arrancar otra vez. En otro caso no completaría las 80 millas dentro del tiempo ni de broma.
En ese momento me doy cuenta de que mis pies son una ampolla gigante. Tanto me dolía la pierna que no me había dado ni de cuenta de cómo tenía los pies. Pero ya era muy tarde para abandonar…Además esa es una palabra que no estba en mi diccionario. Me echo otra vez al camino. Cada vez me cuesta un poco más avanzar. Pero es todo físico, porque mentalmente estoy bien y ya sé que nada va impedir que consiga mi récord. Con las primeras luces del amanecer empiezan otra vez a llegar corredores a ‘La Milla’ y a animarse la prueba de nuevo. Se vuelven a escuchar los ánimos de los participantes y organizadores. He estado toda la noche compitiendo. Ahora a cada vuelta que doy el público me jalea. Los demás corredores también lo hacen. Todo el mundo se vuelca conmigo. Estoy cojeando sensiblemente. No sé si sienten admiración o pena…
Son las 11 de la mañana del segundo día y al fin se anuncia mi última vuelta. Estoy a un paso de conseguirlo. A un pequeño trecho de ser un ultrafondista, de haber conseguido lo que quería. De demostrar que no hay límites y que los ‘muros’ somos nosotros los que los ponemos. Y allí estaba ahora: a una hora escasa de poder dar mil gracias a todas esas personas que me ayudaron día tras día: entrenador, amigos, familia, compañeros de Facebook gente que hasta ni me conoce, patrocinadores…Estoy a punto de ver cumplido mi sueño. Última milla: es la vuelta de honor, tan deliciosa como un caramelo. Porque tuve la sensación de que había hecho las cosas como hay que hacerlas —serenamente y planificando— y ahora recibía la recompensa por mi trabajo. Llego a la meta y me abrazo a mis amigos, que me ayudaron en todo momento. Personas que recordaré siempre…Tras 23h 15’ compitiendo, 130 km. recorridos, unas 11.963 calorías consumidas y una media de pulsaciones de 143 al minuto, puedo decir que soy ultrafondista.
Lo que más me impresionó es que mucha gente calificó lo que había hecho de heroico. Y que todos quisieran fotografiarse conmigo. Nunca me había enfrentado antes a algo así y esa situación me sobrepasó un poco. Pero lo que realmente importa es que lo habíamos conseguido. Y que se logró que todo fuera una fiesta. Quiero dar las gracias al ‘Club de Campo’ y a José M. García-Millariega por la excelente organización, que fue sin duda la mejor que he visto hasta la fecha. A las mujeres de ‘Correconnosotras’, que me parece admirable lo que hacen. Así como al equipo de ‘Xente Corredeira’. También a Lorena, del club ‘Llanera 2007’, pues gracias a ella empecé en las carreras y terminé mi primera media maratón, ya que me permitió ir a su lado. A mi entrenador Toni Sánchez, Héctor, Lucía y todo el equipo de ‘Multideportes Oviedo’. A mis compañeros de trabajo, amigos, patrocinadores, visitantes de la página ‘slooping.net’, mi hermana y mi familia. Y a José M. García-Millariega le dedico un abrazo grandísimo. ¡Esta victoria es de todas y todos!.

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