ULTRAFONDO

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jueves, 12 de enero de 2012

MARCELA PENSA: LA NEUROFISIÓLOGA, CORREDORA Y POETISA (De 'Historias de la Maratón, los 100 km. y otras largas distancias'.Millariega.

EL CORREDOR DE FONDO, SUS PENSAMIENTOS, SU PSICOLOGÍA, SU VIDA
Por Marcela Pensa.
Profesora Nacional de Educación Física, Neurofisióloga, Corredora


Marcela Pensa —a quien agradezco mucho su entrañable colaboración en este libro— lleva recorridas con éxito 19 maratones, una de las cuales la completó en la Cordillera de los Andes —entre Argentina y Chile, la segunda más alta del mundo—, pasando de los 4.000 metros de altura a los 4.700, para volver a descender a los 4.000. También realizó tres ultramaratones: dos en ruta —de 50 y 60 kilómetros, respectivamente— y una tercera en la montaña, de 82 kilómetros.
‘La superación personal —dice Marcela Pensa— es el principal objetivo del atleta, dentro de la competición de la maratón. Participar en esta dura prueba es, quizás, una de las más valiosas oportunidades de conocerse personalmente, desde los puntos de vista físico y emocional.
Hay que trabajar sobre las capacidades psicológicas y emocionales de cada corredor, pues significa una valiosa oportunidad de desarrollar factores de automotivación constantes que, posteriormente, pueden ser determinantes en el desarrollo de una carrera de fondo. Porque el deportista en general —y el corredor de fondo en particular— se plantea continuamente objetivos a alcanzar; esto hace que de una forma natural estemos creando pequeños o grandes proyectos deportivos, lo que influye mucho en nuestro estado de ánimo, activación e ilusión, factores absolutamente necesarios para el ser humano.
Fijémonos en una persona deprimida: su visión de la vida está deformada. Todo lo ve de una forma negativa. Esto se debe, en parte, a que sus proyectos se agotaron y que ya no se dirige a ningún sitio. En definitiva, que su ilusión por las pequeñas metas cotidianas se esfumó.
Los deportistas vivimos dentro de una rutina psicofísica —a veces muy exigente— que nos hace que constantemente debamos marcarnos nuevas metas. Si la temporada acabó y se descansa durante algún tiempo, inmediatamente surgen de forma espontánea las metas más cercanas: poner a punto la preparación aeróbica y anaeróbica, cuadrar nuestro tiempo de entrenamiento con el que tenemos que dedicar a nuestras otras obligaciones, la planificación de nuestras primeras carreras de la temporada y el entreno específico para cada una de ellas…De forma que, como vemos, el encadenamiento de metas en el corredor es contínuo.
La importancia de esto es enorme para el equilibrio emocional del ser humano, ya que —para poder experimentar sensaciones de bienestar— necesitamos que en nuestro haber podamos contabilizar, de forma conexa y enlazada, esas pequeñas —y a veces grandes— ilusiones que nos hacen considerarnos como personas felices. Por eso creo que los deportistas —cualquiera que sea nuestro nivel— somos unos privilegiados, ya que accedemos de forma sistemática a una fuente inagotable de ilusión. Es bueno que seamos conscientes de este tipo de cosas ya que, en las ocasiones en las que nuestro ánimo decae por distintas circunstancias vitales —difíciles y también absolutamente normales: enfermedades, lesiones, problemas familiares…— es cuando deberemos agarrarnos con más fuerza a nuestras ilusiones deportivas. El tener objetivos de este tipo nos saca de los problemas o, al menos, consigue que los veamos de otra manera. Es el caso del corredor o corredora de maratón que, ante un devenir nefasto, debe seguir y seguir adelante con la preparación de su prueba. No pongo en duda que quienes no son deportistas puedan tener otras fuentes inagotables de ilusiones personales. Lo que digo es que los atletas poseemos —además de las que puedan tener los sedentarios— otros sueños relativas a nuestra práctica deportiva.
Otro de los motivos por los que ese establecimiento continuado de metas y submetas es tan positivo para nosotros se debe a que —además de la activación generada que ya hemos mencionado— cada vez que uno de nosotros llega y cumple el objetivo marcado, ello es percibido como una superación personal, lo que hace que crezca nuestro autoconcepto, nuestra autoestima. O, dicho de otro modo, hace que se incremente el grado con que cada uno se quiere a sí mismo. Por lo tanto, podríamos decir que el deporte practicado de forma continuada, racional y programada, ayuda a eso que los psicólogos llaman el proceso de crecimiento personal, que no es otra cosa que el sentirse, vivenciarse o experimentarse como en continuo cambio personal positivo. Esto es: tener la impresión de que somos mejores personas que ayer. Ahora bien, este crecimiento no sólo se produce con los éxitos personales —ya sean deportivos o no—, sino que también con los fracasos, siempre que sepamos ver en ellos una buena ocasión para aprender de los errores que nos han conducido a caer en los mismos. Tengan la seguridad, pues, de que el deporte nos ayuda a mantener nuestro equilibrio y salud psicológica. Nuestra vida deportiva es como una maratón, en la cual hay infinidad de ‘metas volantes’. Qué duda cabe que llegar es importante, pero antes de eso es absolutamente imprescindible que vayamos dejando atrás, con paso firme y decidido, cada uno de los ‘check points’ parciales’.

La mente y la soledad
‘La soledad por la que los corredores de fondo pasan en la mayoría de sus entrenamientos hace de ellos personas con gran voluntad y muy fortalecidas interiormente. A menudo los atletas entrenamos en grupo, aunque hay una serie de factores que, en ocasiones, no propician esta práctica grupal. Se impone entonces hacer kilómetros en soledad…
Corren unos tiempos en los que el ritmo de vida es a veces más rápido que cualquiera de nuestras mejores series. Cuando estamos trabajando —incluso cuando nos divertimos— queremos aprovechar al máximo nuestro tiempo. Y esto se traduce en un deseo de intentar realizar muchas cosas, a fin de aprovechar al máximo las horas y los minutos. Estamos continuamente en las carreras, pero la mayoría de estas justas no son atléticas precisamente… Porque una de las muchas consecuencias de nuestra forma actual de vivir es la de que no tenemos momentos para estar solos con nuestra mente y de esta forma fomentar su capacidad de reflexión. Ello es sin duda una consecuencia psicológica. El corredor de fondo tiene, cuando entrena o compite en solitario, la posibilidad de encontrarse consigo mismo, con sus pensamientos, tanto positivos como negativos Y es entonces cuando entre en juego la técnica psicológica de la ‘asociación’. Cuando un corredor o corredora centra su foco de atención en estímulos internos, como en los pensamientos o sensaciones corporales, decimos que está ‘asociando’.
¿Para qué sirve la ‘asociación’?. Para que el corredor que tiene que entrenar muchos kilómetros consiga distraerse; es decir, ir cambiando su centro de atención de un sitio a otro. Aunque, desde luego, también podremos hacer un uso sistemático de la reflexión interna —‘asociación’— durante la competición, lo que nos generará importantes beneficios a nivel personal y deportivo. Evidentemente, cuando estamos haciendo entrenamientos de alta exigencia —o en plena competición— la sangre se necesita en las piernas y, por lo tanto, abandona el cerebro, como resultado de lo cual pensamos peor.
No obstante, la ‘asociación’ se puede entrenar, para lo cual es aconsejable seguir las siguientes pautas:
•    Antes de correr, decide el tema o problema sobre el que vas a reflexionar.
•    Durante el entrenamiento o la competición: desarrolla, define y enuncia dicho problema; valora sus pros y contras; desarrolla distintas formas de solucionarlo; elige las alternativas más convenientes y, por último, aplica lo que hayas decidido.
Después de este proceso, te darás cuenta de que tu entrenamiento o competición se esfumó. ¿Qué ha sucedido?. Sencillamente que la percepción del tiempo ha sido distinta. Cuando desviamos nuestro centro de atención a nuestros pensamientos —es decir, cuando ‘nos asociamos’— el reloj corre más deprisa. La ‘asociación’ —aparte de ser muy importante en los entrenamientos y competiciones de maratón y otras largas distancias— es una buena herramienta para el control del tiempo y una excelente forma de compensar la carencia de reflexión a la que nos obliga nuestro estilo de vida, trabajo, familia u ocupaciones varias.
 El corredor o la corredora de maratón —o de otras largas distancias— necesita hacer uso de la ‘asociación’. Puede estar entrenado psicológicamente, pero sin duda los que obtendrán mejores resultados serán aquéllos capaces de reflexionar de forma natural. Aquéllos que utilicen la tecnología mental con la que hemos nacido los seres humanos: esto es, las funciones mentales superiores (atención, concentración, pensamiento asociativo…). Qué duda cabe que, durante su larga soledad, el corredor de fondo tiene tiempo para todo: pensar, reflexionar sobre los temas de importancia y —por qué no— también de los que no la tienen tanto.
Pero, desde luego, eso no es todo. También es necesario alternar estos períodos de focalización en los estímulos internos con la fijación de nuestra atención en el entorno exterior. Un entorno entendido en sentido amplio, que vendrá dado no solo por el paisaje que observamos, los olores que percibimos y las sensaciones externas que detectamos, sino que también por aspectos de nuestro propio cuerpo, como el cansancio, el malestar o el dolor que nos produce el paso de los kilómetros. La técnica que utilizaremos en este segundo caso es la de la ‘disociación’. Desde luego, habrá ocasiones en que será conveniente ‘asociarse’, mientras que en otras ‘disociarse’. Decidir cuándo nos ‘asociamos o disociamos’ es algo que diferencia al atleta entrenado psicológicamente —en este campo— del que no lo está. Lo que está claro es que debemos aprovechar esa soledad de la que disfrutamos en nuestros entrenamientos —en ocasiones, también en las competiciones—, para insertar en nuestras vidas algo que cada vez cuesta más trabajo introducir: la llamada reflexión personal, con la esperanza de que no solo nos ayude en nuestros acondicionamientos y pruebas atléticas, sino que, además, nos haga mejores personas.
Por último les voy a hablar del ‘estilo propio’, que no es otra cosa que la originalidad con que una persona se mira a sí misma, pero sin quedar prisionera de la mirada de los otros. Una originalidad le va a permitir desarrollar sus propósitos de autosuperación. Porque la verdadero carrera no se corre contra el adversario de turno, sino que contra uno mismo. Entrar en la provocación de creer que se compite con un adversario desvía la energía que se debe dirigir a superarse a uno mismo. La satisfacción plena llega con el cambio interno que conduce al deportista a ser mejor consigo mismo, no tanto entre los otros.(Bibliografía: www.psicologia del deporte.org; www.efdeportes.com; curso de especialización de medicina del deporte y el ejercicio de la Cátedra de Salud Pública I y II de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de la Plata.República Argentina; revista ‘Corricolari’. 1999).

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