ULTRAFONDO

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martes, 10 de enero de 2012

HISTORIAS DE LA MARATON, LOS 100 KM. Y OTRAS LARGAS DISTANCIAS

FEDERICO SÁEZ CAZORLA
Roquetas de Mar (Almería)


Nací hace 52 años en Melilla, pero resido en Roquetas de Mar (Almería). Media vida en cada sitio, por eso digo siempre que soy melillense de nacimiento pero almeriense de adopción. Mido 1,87 m. y peso 70 kilos. En Almería conocí a mi media naranja, Pepi y allí me quedé hasta hoy. Soy subteniente del Ejército y, actualmente, me encuentro destinado en la Brigada de la Legión ‘Rey Alfonso XIII’ y a cargo de la ‘Junta Local de Educación Física y Deportes’, organizando y dando difusión a todo tipo de eventos cívico-militares. Pertenezco al club de atletismo ‘Ñ Ultrafondo Sanse’, desde sus inicios. También, en carreras de orientación, formo parte del equipo ‘Surco’ y en montaña del ‘Cóndor’.
El apoyo fundamental en mis entrenamientos y competiciones lo recibo de mi esposa Pepi y de mis dos hijos: Pablo, de 16 años —que también empieza a ganar copas en orientación y carreras— y Cristina, de 6, que siempre me pregunta si le he traído una medalla.
Ultrafondo militar• 101 km. de Ronda (Málaga, 1998):- 5º en la clasificación general- 2º categoría militar. En las seis ediciones siguientes, tres podios.• Con el equipo nacional militar de 100 km:- 3º en el campeonato del mundo de patrullas militares (Biell-Bienne, Suiza, 1999)- 2 quintos puestos en los cinco campeonatos siguientes.• Patrullas militares (Tuy-Santiago de Compostela, 2003).- 2º clasificado. 130 km. en 48 horas, con uniforme y botas militares, pasando tirolina y rapel. Cruzando un río a nado con todo el equipo. Y cuatro pruebas más: pista americana, tiro de arma larga a 200 m., carrera de orientación de 10 km. y recorrido de tiro policial con pistola.
Ultrafondo civil• Maratón ‘Los Pacos’ (Fuengirola, Málaga, 1996): 4º de la clasificación general, a cinco segundos del tercero (2h 39’).• Maratón de Sevilla (1997) (2h 38’, mejor marca personal).• I Maratón del ‘Millennium’ (Madrid, 2001) (2h 42’, el 35 en la general entre seis mil participantes)• Subida al Pico de La Veleta, en Granada (50 km.) (en cuatro ocasiones: 5h 6’) • Varios campeonatos de España de 100 kilómetros por equipos y varias veces a nivel individual por categorías: - su mejor marca: (Madrid, 2001) (8h 23’)- el último: Bezana (Cantabria, 2010, medalla de oro)• 24 Horas de Basilea (Suiza, 2006) : 181 km.

Campeonato de España de maratón de orientación

    • Desierto de Las Tabernas (Almería, 2008):
- 3º en categoría ‘open’.
    • Sierra de Catlláras (Cataluña, 2009)
-3º en categoría de veteranos

Campeonato del mundo absoluto de 24 horas en ruta

• Participaciones con la selección española: Seúl (Corea, 2008), Bérgamo (Italia, 2009) y Brive (Francia, 2010)

Tengo un recuerdo especial de las ocasiones que acudí con el equipo nacional militar al campeonato mundial de patrullas, que todos los años se celebra en la localidad suiza de Biell-Bienne. Es una carrera de nocturna de 100 km. de extrema dureza. Con salida a las 22:00 horas, varios miles de atletas completan un circuito que pasa por pueblos muy bonitos, para volver a terminar en el lugar de salida. Con la peculiaridad de que las patrullas militares corremos en equipos de dos, por lo que ambos atletas tienen que adaptarse a un mismo ritmo y terminar juntos para poder puntuar. Allí logré en el año 1998 un excelente tercer puesto, con mi buen amigo el comandante Cólera. Y en los años siguientes, también fui 5º en dos ocasiones.
La carrera de Biell-Bienne es tan entrañable para nosotros que seis amigos decidimos formar un equipo civil, al que ahora pertenecen más de 100 socios, repartidos por toda España. No obstante, de esa increíble prueba guardo también un recuerdo amargo: la retirada —por lesión— en el mundial en que mejor preparado estaba, pues había acumulado una media de 200 km. semanales durante seis meses, llegando incluso en ocasiones a los 240.
La verdad es que yo comencé a correr porque la vida militar está muy ligada al deporte. Tenemos que estar en perfecta forma física para poder afrontar con garantía cualquier evento. En las academias militares la educación física es una materia básica y que se practica a diario. Se ensayan todas las disciplinas y se fomentan competiciones. Una vez destinado en Almería, me dediqué a la pista. Me encantaba hacer series. Empecé a competir en 800 y 1.500 metros. Más tarde lo hice en los 3.000 obstáculos. Luego pasé al ‘cross’, a las medias maratones —en Elche (Alicante), por ejemplo, obtuve un registro de 1h 14’— y a la maratón, con la variante de montaña. El paso siguiente —y casi natural— fue a los 100 km. (prueba que llegué a correr hasta en 4 ocasiones al año) y a las 24 horas.
Mi primer contacto con los 100 km. fue en el 1997, en Ronda (Málaga), donde terminé 5º de la general y 2º en categoría militar (10h 30’). Decidí correrla porque nos pusimos varios compañeros a entrenar con el objetivo de intentarlo. Después fue un éxito, porque nos metimos cuatro del grupo de amigos entre los 15 primeros de la general. Aunque, la verdad, yo no tenía ni idea de cómo afrontarla. Lo veía como algo inalcanzable. Como una prueba para superhombres. Sentía mucho respeto por una competición tan extenuante y, a la vez, admiración hacia quienes la terminaban. De hecho, en el km. 25 —primer avituallamiento— nos paramos los seis amigos a comernos el bocadillo —el mío de chorizo—, como si de una excursión se tratase. Los demás participantes seguían andando o corriendo y nos miraban extrañados. Y es normal que se sintieran sorprendidos por nuestra actitud, ya que estuvimos allí tumbados casi media hora. Luego de levantarnos —con la pesadez propia de una buena ingesta— comenzamos a correr lentamente y, en algunos tramos, simplemente caminamos. Hasta que yo noté como me aburría mucho aquel ritmo y, sin pensármelo mucho, me despegué de los demás, corriendo con tal intensidad que atravesé unos 40km. a un ritmo endiablado, en algo más de 3 horas, adelantando a casi todos los que nos habían visto tumbados desayunando —que ahora sí se extrañaban— y a muchos más. Es que me encontré muy bien. Aunque también es cierto que estaba en buena forma física, pues venía de hacer en Sevilla mi mejor marca en maratón (2h 38´). Una vez que en esos 101 km. de Ronda hube recorridos carreteras, pueblos y montañas como si me hallase poseído, bajé algo el ritmo —es natural, también— aunque, al paso por el km. 75, corría ya en solitario. En ese punto tenemos el cuartel de ‘La Legión’, donde había comida caliente a cualquier hora —y a elegir—, así como duchas y un espacio habilitado para que quien lo desease pudiera dormir un rato. En el puesto de asistencia médico-sanitaria, me preguntaron ‘si me daban un masaje’. El caso es que dije que sí y, como no tenían mucho trabajo en esos momentos, estuvieron haciéndome manipulaciones en las piernas largo tiempo, hasta que —mira qué curioso— cuando me puse a correr de nuevo me encontré con que no tenía tono en ellas. Desde entonces ni se me ocurre darme un masaje en carrera. Si acaso, unos ligeros toques en los músculos gemelos, si se agarrotan demasiado. En ese punto de control fue donde me enteré de que era el 3º, a tan sólo 10 minutos del primero. Luego terminaría 5º. Pero me dio lo mismo, porque la satisfacción de cruzar la meta entre los aplausos del numeroso público fue enorme. Había superado la gran aventura: ya me podía incluir entre la categoría de los superhombres.
Nada tiene que ver una maratón con los 100 km. Lo mejor para preparar esta segunda prueba es hacer varias maratones a ritmo lento o bien algunas salidas de 4 ó 5 horas, la última unos 20 días antes de la prueba. Por supuesto, aparte del entrenamiento diario de hasta 2 horas —con alguna jornada de descanso— e intercalando series de 1000 y 2000 metros, que son las que te hacen coger la frecuencia de carrera. En la maratón lo normal es intentar coger un ritmo — que ya tienes preestablecido— y no apartarte de él. En los 100 km. hay que conocer muy bien el cuerpo para no pasarse de revoluciones. No debe uno dejarse llevar por los demás al principio de la carrera o caerás agotado a la mitad de la prueba. Hay que tener en cuenta que son dos maratones y media y el desgaste físico y síquico es enorme. De ahí que no solo haya que estar bien alimentados, sino que, también, perfectamente adaptados mentalmente. Algo que siempre viene bien es ser muy prudente. Parar un poco en los avituallamientos y, si es necesario, estirar los músculos.
En cuanto a la alimentación, yo soy una persona con un metabolismo de no engordar. De ahí que nunca me haya privado de nada. Como y bebo lo que quiero. Y por las noches ceno una barra de pan en bocadillo. Sé que no es lo adecuado —que las verduritas y la pasta son lo ideal—, pero ¡qué le vamos a hacer… ¡Me gusta la comida andaluza y el tapeo acompañado de una buena jarra de cerveza!. En los 100 km. suelo perder unos 4 kilos de peso.
En cuanto a los líquidos, durante la prueba alterno agua y bebida isotónica cada 5 km. Y cada 10 consumo plátano y gel energético. Yo calculo que, entre agua e isotónico, tomaré —cada diez mil metros— casi un litro de líquido. Entrenando por el verano me cuelgo a la espalda una ‘camelbal’ de dos litros con bebida isotónica, para no deshidratarme. Al final, bebo otro litro o más. En invierno consumo algo menos. Pero es de suma importancia —para no lesionarse— hidratar bien los músculos.
Durante una prueba de ultrafondo, se te pasa de todo por la cabeza: ‘quién me metería en esto, de que me sirvió entrenar tanto si voy hecho polvo…’.Y cuando eso sucede tienes que animarte a ti mismo: ‘soy el mejor, esto está chupado…, ¿y cuando les diga a mis amigos que he terminado?, no te duermas, tira más fuerte…’. En todas las pruebas hay un ‘muro’: en la media maratón en el kilómetro 15, en la maratón entre el 30 y el 35 y en los 100 km. entre el 60 y el 70. Pero, al cruzar la meta, sueltas toda la adrenalina acumulada. Eres el más feliz del mundo. Das abrazos a todos, aún sin conocerlos y ya no te acuerdas de los dolores pasados: tan solo piensas en la próxima carrera de ultradistancia. Después, otro momento muy feliz es cuando escuchas el himno de España subido en un podio.
Yo creo que la de los 100 km. es una de las pruebas más duras del ultrafondo, quizás la más. Porque —sin ser larga en exceso—, lo es lo suficiente para resultar extenuante y además está sujeta al control horario. Pero todo queda compensado con la cantidad de amigos que haces, la solidaridad que se respira y el ambiente que envuelve la competición. Pocas experiencias se le parecen en el mundo. Completando esas pruebas uno adquiere confianza en sí mismo y se endurece como ser humano. También aprendes a valorar más las cosas, a ti mismo y a los demás. Y te aporta equilibrio. Eso compensa con creces el que, en ocasiones, tengamos que soportar a nuestros contumaces críticos, gente que —aun considerándose deportista— desconoce la idiosincrasia de estas carreras y el gran sacrificio que supone solo el llegar a tomar parte en ellas.
Una edad idónea para correr 100 km. puede ser entre los 30 y 35 años. No es prudente hacerlo siendo joven, debido al crecimiento óseo y otros factores. Una buena práctica sería acabar primero alguna maratón. Si el objetivo es terminar los 100 km. —sin pretender una marca importante—, no hace falta cambiar los hábitos. No es imprescindible obsesionarse con las series. Se puede seguir haciendo una vida normal: sólo hay que incrementar el volumen de trabajo, como dije antes. Y, desde luego, alimentarse bien, tomar más líquido y bebidas isotónicas, algún complemento vitamínico y hacer un análisis de sangre de vez en cuando, que dará información muy fiable de nuestro estado (conviene vigilar la anemia).
Hay que reconocer, sin embargo, que tampoco es todo maravilloso: habrá un desgaste muscular y articular. A ello hay que añadir la gran cantidad de horas invertidas en los entrenamientos, el coste de las numerosas zapatillas que destrozas, de los masajes y de la alimentación complementaria. De todas formas, os diré que atravesar la pancarta de los 100 km. es algo que no está al alcance de todos. He ahí, pues, mi gran admiración para quienes lo consiguen, con independencia del tiempo empleado. En cualquier caso, correr para mí es un estilo de vida y seguiré haciéndolo mientras me divierta.



LA MARATÓN OLVIDADA: ‘ATENAS 1906’


En el año 1901 el COI adoptó un acuerdo —en relación con las fechas de celebración de las Olimpiadas— que es probable que la mayoría de la gente desconozca. Los Juegos Olímpicos, después de ‘Atenas 1896’, habrían de celebrarse cada cuatro años en diversos lugares. Pero tendrían lugar además otros Juegos, también cuatrienales, que siempre ocuparían la sede de Atenas. Ambas celebraciones no podrían coincidir en el calendario, existiendo, entre unos y otros, una diferencia siempre de dos años. Debiendo celebrarse los primeros de estos ‘Juegos Intermedios’ en el año 1902. Pero, habiéndose adoptado tal decisión en el año anterior, se consideró que los organizadores helenos iban a disponen de muy poco tiempo para que el grandioso evento llegase a bien fin, a pesar de que la ciudad contara con la infraestructura de los Juegos de 1896, lo que era un importante tanto a favor. Sin embargo los griegos, temerosos de que, con las prisas, tan importante acto quedase deslucido, propusieron al COI posponer la celebración de dichos Juegos hasta el año 1906. El alto organismo internacional aceptó, a pesar de que la opinión del Barón Pierre de Coubertin no era favorable a que se celebrasen esos ‘Juegos Intermedios’.  Aunque, a la postre, la ‘Olimpiada Intermedia’ de 1906 —también llamada la ‘olvidada’ porque, posteriormente, no fue reconocida oficialmente por el COI, como tampoco sus records y medallas— supuso un notorio éxito, mayor incluso que el de las de 1900, 1904 y 1908. Pero, sin embargo, su segunda edición —prevista para 1910— ya no tuvo lugar, porque, por una parte, se consideró que el tiempo de dos años que mediaba entre la celebración de los Juegos era muy reducido (ya que había que contar con los de 1908) y, por otra, nada favoreció esta idea el conflicto bélico de Los Balcanes. Hubo otro intento de celebración en 1914, pero, con la ‘I Guerra Mundial’ a la vista, cayó en el ostracismo.
Merece la pena destacar la prueba de maratón que se celebró en Atenas 1906, en la que tomaron parte 21 atletas de 15 países diferentes. Los cuatro continentes estuvieron representados. Hacía calor el día 1 de mayo de 1906. Además, parece que la salida se dio a las 15 horas, en plena canícula. Los participantes partieron escoltados por soldados griegos. El avituallamiento líquido estaba situado cada 8 kilómetros. Un ciclista podía acompañar a cada corredor para asistirle en lo que necesitase (bebida, fundamentalmente). Dicen las crónicas que el ídolo italiano Dorando Pietri logró alcanzar la cabeza —cuando iban a la greña Blake y Frank—, aunque se tuvo que retirar antes del kilómetro 25, con el estómago revuelto. Contra todo pronóstico, el canadiense William Sherring, viniendo desde atrás con ritmo imparable, se coronó vencedor de la prueba, con un tiempo de 2 horas, 51 minutos y 23 segundos. Algo excepcional para la época, sobre todo si tenemos en cuenta que esa maratón de los ‘Juegos Intermedios’ de Atenas se corrió, según las fuentes, sobre 41.860 metros. (Millariega).

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